Quiero dar un pasito más en esto de la web (a la que debería decicar más tiempo) y quiero hacerlo con un Blog. No se me ocurre mejor idea para la primera entrada que volver a mis origenes, a la Tradición.

El mantón, puro isabelino perteneció a mi tatarabuela, que lo llevó en su boda allá por el 1840. Lo heredó su hija, mi bisabuela Vicenta Villasevil, que lo vistió toda su vida en la procesión del Stmo Cristo de la Sala. Al estallar la guerra civil en 1936 el mantón se enterró dentro de una talego junto a un puñado de monedas republicanas en la casa familiar de reciente construcción, en una alacena situada bajo la escalera principal de la casa. La familia huyó del pueblo de Bargas buscando refugio. Durante la guerra la casa fue cuartel general del ejército republicano.

14940218 1336220933064200 8966078371188408371 o - Mi mantón isabelino

Al término de la guerra, la familia Páramo Villasevil volvió a casa y el mantón seguía en el mismo sitio a pesar del intento de un perro de encontrarlo pues justo al lado había un agujero de escarbar. La humedad de la tierra se filtró y decoloró los bordados. En esos años, Felisa Páramo había alcanzado la mayoría de edad y ya vestía en la procesión el mantón, buscando siempre el pico más limpio. Felisa murió en el año 1960 de 40 años de edad, dejando viudo a su marido Evaristo López y dos hijos menores, Alfredo de 15 años y Felisita de 12. El mantón pasó a manos de Felisa López Páramo, mi madre, que lo vistió hasta que yo, María José Gutiérrez pude vestirlo a cuatro picos. Mi mantón descansa todo el año en el baúl bargueño esperando el tercer domingo de Septiembre.